Fuente: La Voz de Galicia (09/01/2014) El bar Eslavín de Becerreá, situado en la carretera nacional, cerró sus puertas el pasado domingo después de unos ochenta años, según nos informa mi amiga Fernanda Follana. A lo largo de este tiempo funcionó como bar, restaurante e incluso venta de tabacos, y fue de siempre parada del coche de línea. Se trata de uno de los dos bares históricos que quedan en la capital ancaresa, junto con el Villamane, sin que pueda precisarse cuál de los dos tiene mayor antigüedad. |
Los propietarios originales habrían comprado el solar en 1931, con el objetivo de trasladar un negocio de hostelería que tenían en la misma acera, donde está hoy el Froiz. Por su parte, el bar Villamane fue adquirido por el padre del actual propietario, José Manuel Vilor, en 1947 y ya entonces estaba en funcionamiento como bar.
El próximo septiembre el bar Eslavín cumpliría 50 años en manos de la familia Núñez Fontal. Actualmente estaba regentado por el matrimonio Moncho Núñez Fontal y Marisa Santín López. La madre de Moncho, Elvira Fontal, jubilada, había firmado en 1964 el contrato de traspaso del establecimiento con su marido, Emilio José Núñez Fernández, ya fallecido.
Becerreá pierde con el Eslavín, además de un negocio histórico, un clásico de los vinos. El hecho de que el local se conservase sin reformas y el carisma de sus propietarios hacía que fuese un lugar emblemático y parada habitual para las pandillas. Moncho y Marisa anuncian que abrirán el próximo mes de junio un local de hostelería en el moderno edificio Herbón, después de tomarse un más que merecido descanso.